En la ciudad de Macao, se alzan imponentes las ruinas de lo que en siglos pasados fue un templo católico: El Templo de San Pablo, entre los siglos XV y XVI fue uno de los más importantes templos católicos de toda Asia.
Este templo católico fue ideado por un cura italiano, Carlo Spinola, construido por artesanos chinos con ayuda de japoneses cristianos exiliados, logrando construir un templo de alta calidad artística y arquitectónica. Comenzó a construirse en 1602, concluyéndose en el año 1637.
Las tallas incluyen imágenes jesuitas con temas orientales, por ejemplo: una mujer que camina sobre una de las sietes cabezas de la Hidra, descrito en caracteres chinos como: “la Santa Madre que pisotea las cabezas del dragón”. Algunas de las otras esculturas son los fundadores de la Compañía de Jesús, la resurrección de Jesús, acompañados en la parte superior por una paloma de alas extendidas, que representa al Espíritu Santo.
El templo construido no ha sido capaz de sobrevivir integro a través de los siglos ya que en reiteradas veces fue atacado por el fuego y aunque fue reconstruida tenazmente después de cada incendio, hoy sólo se mantiene la fachada y el atrio principal. Después del incendio de 1853 que la destruyó por completo, la fachada es lo único que se puede apreciar, y esto es lo que la vuelva más fascinante para los turistas, ya que se mantuvo la parte más valiosa pues es propietaria de una muestra exquisita de arquitectura y escultura.
A nivel arquitectónico, las ruinas muestran una mezcla de estilo renacentista con influencia oriental. La fachada o Sam Ba Sing Tzik está dividida en cuatro pisos cuyo punto más alto la ocupa una cruz. En cada uno de los pisos podemos encontrar esculturas del sol. La luna y las estrellas, simbolizando a la Virgen María embrazada y a Jesús.
En el tercer nivel hay una estatua de la Virgen María rodeada de peonías y crisantemos y otras exquisitamente trabajadas cada una con un significado. En la base hay tres puertas, como en todos los templos católicos.